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Plaza de las CortesUn cementerio olvidado que recuerda a los héroes del Dos de Mayo, una estatua con «pasado», un jardín imprescindible en primavera y un local que invita a hacer un viaje en el tiempo: cuatro visitas para descubrir la capital desde perspectivas muy diferentes. Porque Madrid tiene mil caras, y estos cuatro paseos conducen a conocer algunas de ellas.

¿Qué tienen en común un viejo cementerio que prácticamente solo se abre una vez al año, un antiguo comercio, una joya natural con más de 5000 especies de plantas y una cápsula del tiempo con casi 200 años? Naturalmente, que todos ellos están en Madrid, ese «rompeolas de las Españas» del que hablaba Antonio Machado. Una ciudad con mil rostros en los que cada día se puede hacer algo diferente, o descubrir, mientras paseamos, una sorpresa.

Ahora que está cerca el 2 de mayo, es el mejor momento –casi el único del año– para visitar el cementerio de La Florida, uno de los menos conocidos y más singulares e interesantes de los que existen en la capital. Situado a la espalda de la ermita de San Antonio, solo el amor a la historia y el fervor por su conservación, que mantiene inalterable la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, ha conseguido que siga en pie una instalación no suficientemente reconocida y valorada. Y eso que en ella se encuentran los restos de los 43 hombres que fueron fusilados solo un poco más arriba, en la Montaña de Príncipe Pío, por orden del general francés Murat, según recoge uno de los cuadros más famosos de Goya, Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808.

El cementerio de La Florida fue fundado en 1789 por iniciativa de la casa real para sus empleados y familiares. Fue propiedad de Carlos IV, Fernando VII e Isabel II hasta que la desamortización de Mendizábal lo traspasó a Patrimonio Nacional. En el exterior de su capilla se conserva la primera lápida de la fosa común donde se enterró a los fusilados, después de que estuvieran tres días expuestos a la vista por orden de Murat. En la cripta de la ermita están los restos y una lápida con los nombres de los identificados, además de una mención a los 14 de los que aún se desconoce la filiación; había entre ellos trabajadores: albañiles, carpinteros, cerrajeros, comerciantes…

Con la primavera, es visita obligada para todo el que viene a Madrid –y más aún para sus vecinos– la del Jardín Botánico, una de las maravillas de la ciudad, con un enorme valor didáctico y todo un regalo para los sentidos.

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