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Corrían los años 80 del turbulento siglo xix. La ciudad de Madrid era por aquel entonces una urbe que empezaba a tener las características de las grandes capitales europeas, aunque a diferencia de estas, dotada con unas comunicaciones que dejaban bastante que desear. Fue un grupo de estudiantes y profesores de la recién fundada Institución Libre de Enseñanza (ILE) quien trajo a Madrid el famoso deporte inglés.

El aislamiento de la capital de España no fue óbice para que los jóvenes alumnos de la ILE viajaran al extranjero a estudiar, y con ello no solo trajeran importantes conocimientos, sino que además llevaran en su maleta los primeros balones de cuero existentes en aquellos años en Inglaterra.Entre esos institucionalistas se encontraba Stuart H. Capper, de origen anglosajón, cuya necrológica aparece en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, redactada por Cossío, que fue uno de los principales artífices de la citada institución.

Capper fue presentado en la ILE por otra familia de ilustres institucionalistas, los McPherson. Cossío dice que debutó en la ILE en una excursión a Salamanca en 1882 y que ya no se perdió ninguna. Además sus aportaciones fueron muy importantes: los juegos corporales al aire libre y las bellas artes. Según dice Cossío:

«Introdujo entre ellos juegos atléticos sociales ingleses, que han tardado 30 años en aparecer por otro camino».

Leyendo estas palabras podemos pensar que este habla del fútbol, puesto que las primeras competiciones no arrancarían hasta primeros de siglo, y la liga en 1929. Capper fue también profesor en la Institución Libre de Enseñanza, dio clases de latín y griego. Desde la primera excursión Capper se enamoraría de la arquitectura española. Además de su referida amistad con Cossío, Capper también se relacionó con otros profesores de la ILE y, por supuesto, con Giner de los Ríos.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, y ya enfermo del corazón, el gobierno británico lo envió a Egipto para que tradujera la correspondencia, sin duda aprovechando así su conocimiento de varios idiomas. Recuperado de su enfermedad, tras la guerra, el gobierno británico lo mantuvo en El Cairo y murió en dicha ciudad. La importancia de Capper fue fundamental, puesto que fue él quien introdujo el fútbol en la Institución, muchos años antes de que se fundara el primer club de fútbol en Madrid.

La llegada del fútbol a Madrid como afición fue más bien tardía, en comparación con otras capitales europeas de su entorno; ocurre lo mismo con las competiciones oficiales. Los partidos eran totalmente amateurs y duraban una eternidad. Los jugadores se paraban incluso para fumar un cigarro, y saludar a alguna que otra bella dama madrileña que se acercaba a ver tal espectáculo, que debió de ser muy revolucionario. En Madrid, y según el diario El Mundo, en 1897 surge el Foot-Ball Sky, predecesor de todos los equipos del fútbol madrileño. Es una fecha tardía en relación a otras capitales europeas de su tiempo, esto se debe a que la sociedad española de esos años no estaba preparada para asumir esta nueva afición tan arraigada en los países de influencia británica.

España venía de una serie de circunstancias históricas muy complejas, el siglo xix fue muy duro para nosotros, terminando con una guerra en la que perdimos nuestras últimas posesiones de ultramar; esto dio lugar a un movimiento social llamado «Regeneracionismo».

En la actualidad los historiadores del fútbol estamos profundizando en la búsqueda de hemerotecas, con el objetivo de encontrar noticias de fútbol lo más antiguas posibles. Esto nos lleva a un arduo trabajo de investigación, puesto que primero hay que acotar el lugar geográfico que queremos investigar, y estudiar sobre equipos, competiciones, jugadores. No es lo mismo el estudio del origen del fútbol en Madrid, que no tiene costa, que en Vigo, por ejemplo. Hoy en día parece una obviedad distinguir geográficamente una población, pero a mediados finales del siglo xix, el hecho geográfico marcaba la vida de las personas, y era vital para la llegada a la población de nuevas ideas y costumbres de otros lugares, aunque fuera dentro del mismo país.

A. Meléndez, Padrós, M. Spottorno, Gorostizaga, Mendía, Páramo, Neyra, A. Giralt, F. Palacios, Mertens y Rodero son nombres relacionados con la historia del fútbol madrileño y a quienes se les debe mucho. Ellos empezaron a jugar a fútbol de forma muy precaria, casi portando a hombros las propias porterías, y si bien en Europa y América los clubes empezaban a despuntar, estos pioneros apenas tenían material suficiente con el que llevar a cabo sus partidas de foot-ball.

El juego en sí era un auténtico show y era un drama que se perdiera un balón, puesto que no podían ir a El Corte Inglés a comprar otro. La mayoría de las veces los balones se hacían con vejiga de animal. Y como he dicho antes, ¡¡¡qué decir de las porterías!!!, estas eran simples palos que había que clavarlos en el suelo, literalmente. La primera competición que podríamos denominar «oficial» en Madrid fue el Concurso Madrid de Foot-Ball. La historia es como sigue; el Concurso Madrid de Foot-Ball fue una competición organizada en nuestra ciudad enmarcada dentro de los festejos por la coronación de Alfonso XII, al cumplir la mayoría de edad. Los clubes de fútbol se fueron gestando en la regencia de María Cristina, consolidándose ya con el reinado de Alfonso XII.

El concurso se desarrolló en Madrid en el año 1902, y lo ganó el Bizcaya, equipo formado por varios conjuntos vascos; fue tal el éxito que se realizó año a año dando lugar así a la Copa del Rey de Fútbol, que ha pasado por diferente nomenclatura en función de cada periodo histórico que ha sido testigo.

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