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Felipe Picatoste Rodríguez nació, murió y desarrolló toda su intensa vida profesional en Madrid. Su personalidad fue polifacética: profesor, periodista, político, autor de libros sobre materias muy diversas, entre ellas matemáticas, lengua, historia, geografía, física, fotografía y religión. Algunos de sus libros son básicos para la historia de las matemáticas en España. Una placa en Madrid está colocada en la casa donde nació y los lectores de este artículo le recordarán a su paso por la calle Maestro Villa que durante unos años se llamó calle de Felipe Picatoste Rodríguez.

Felipe Picatoste Rodríguez nació en Madrid el 30 de abril de 1834 en pleno casco histórico de la capital, en la plaza del Cordón. Una placa colocada en la Plaza del Cordón, número 3, recuerda la casa donde nació.

Esta plaza, en pleno corazón de Madrid, cerca de la plaza de la Villa, está entre las calles Sacramento, Cordón, San Justo y Doctor Letamendi. Antiguamente tanto la calle como la plaza se llamaban de los Azotados porque por ella pasaban cuando salían de la cárcel los presos que iban a ser azotados. En el plano de Texeira aparece como plazuela del Cordón. Posteriormente se llamó plaza del Cordón en el año 1835. En el mismo edificio hay otra placa dedicada a recordar que aquí estuvo la casa dónde vivió Antonio Pérez, el que fue secretario de Felipe II desde el año 1575 hasta el año 1585, fecha en la que tuvo que fugarse de España. Esta placa se conserva en mejor estado que la dedicada a Picatoste.


Algunas notas biográficas

Su padre fue un miliciano liberal comprometido con sus principios que había apoyado la sublevación del general Riego contra el absolutismo de Fernando VII, participando también en la defensa de la ciudad de Cádiz cuando esta fue atacada por el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis que se había introducido en España para luchar conta el liberalismo y restaurar el absolutismo. El padre inculcó estas ideas a su hijo, que a los veinte años, cuando se restableció la milicia, luchó en las calles madrileñas en la revolución de 1854, en la conocida como Vicalvarada, por haberse iniciado en las cercanías de Vicálvaro, formando parte del batallón de Ligeros. No obstante, el motivo por el que ha pasado a la historia se debe a sus numerosos escritos en pro de la divulgación histórica, literaria y científica.

Su formación fue amplia, pues estudió Derecho y Ciencias en la Universidad de Madrid. Ello le permitió dedicarse tanto a la política como a la enseñanza. Durante cinco años, desde 1852 hasta 1857, fue profesor de matemáticas en el instituto San Isidro de Madrid, si bien su cargo fue de profesor suplente.

Además de la enseñanza, otra de sus grandes aficiones fue el periodismo. A lo largo de su vida fueron diversos los periódicos en los que colaboró, entre ellos Las Novedades y la Gaceta de Madrid. Al parecer entró en Las Novedades en 1860 debido a su amistad con Ángel Fernández de los Ríos, que había sido el fundador de este periódico en 1850 aunque lo había vendido en 1857 a Nemesio Fernández Cuesta y Picatoste.

En 1860, al poco de entrar en Las Novedades el periódico le encargó seguir un eclipse de sol. Los artículos que escribió con este motivo recibieron los elogios de varias revistas especializadas extranjeras, entre ellas las de Roma, Berlín y San Petersburgo. Ello le proporcionó una gran popularidad y le abrió diversas puertas.

La política ocupó un lugar importante entre sus prioridades y tras el triunfo de la revolución de 1868 en la que él había participado activamente, tuvo un cargo en el Ministerio de Fomento presidido en aquel momento por Ruiz Zorrilla. Su labor quedó reconocida por la propuesta y la elaboración de varios decretos para reformar la enseñanza dotándola de más libertad. Entre sus prioridades estuvieron las bibliotecas populares entregando a Echegaray, cuando este era ministro de Fomento, una memoria sobre las bibliotecas populares por la que ya merecería el reconocimiento de los pedagogos.

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