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Las piedras han tenido una importancia fundamental en la historia de la humanidad. Las raíces prerrománicas mor(r) y mur(r) —«montón de piedras»— dan constancia de esta importancia en muchos topónimos de la Comunidad de Madrid. De esta forma, Moralzarzal, Matamoros, La Moraleja, Morata de Tajuña, Valdemoro y Valdemorillo son localidades ligadas a la piedra desde la prehistoria. Otros topónimos de Madrid relacionados con las piedras son Alpedrete, Collado Mediano, Pedrezuela, La Pedriza, Peñalara, El Berrueco y Tres Cantos, entre otros muchos.

El hombre ha utilizado las piedras más cercanas para construir sus primeros muros y moradas, y a medida que las vías de comunicación y transporte evolucionan las piedras de construcción son de origen más dispar y más apropiadas para el uso al que se destinan.

Las piedras tradicionales utilizadas en el patrimonio construido confieren una identidad propia a cada ciudad. El casco histórico de Madrid tiene una tonalidad plateada debido a la abundancia del granito de la sierra de Guadarrama. Esta piedra ha sido la encargada de ennoblecer una arquitectura con escasa variedad de piedras ornamentales; ello es debido a la geología de la zona y a que el rey Fernando VI prohibió el comercio de mármoles en 1748. De esta manera, las piedras ornamentales estaban destinados en exclusiva a la decoración de los interiores de construcciones reales (el palacio real estaba construyéndose por ese entonces). Excepcionalmente, se podrían utilizar mármoles para la conclusión de la decoración de alguna iglesia, catedral o construcción de altares o sepulcros para la nobleza. Sin embargo, y a pesar de estas limitaciones, observando detenidamente los edificios y construcciones históricas de Madrid descubriremos distintas piedras de construcción tradicional que nos cuentan la historia de la geología regional y de la propia ciudad.

El sílex o pedernal fue la primera piedra de construcción utilizada en Madrid debido a que se encontraba en formaciones terciarias de origen lacustre próximas a la ciudad. Se trata de un cuarzo microcristalino translúcido que se extraía de las terrazas aluviales aledañas a la ermita de San Isidro, de ahí que popularmente se le llamase diamante de san Isidro. También provenía de la Casa de Campo, San Fernando de Henares, del Cerro de Almodóvar en Vallecas, del Cerro de la Mesa en Vicálvaro, Paracuellos y de Coslada.

La muralla árabe madrileña, erigida por el emir Mohamed I entre los años 852 y 886, fue una de las primeras obras de la ciudad construida mayoritariamente con bloques de sílex. Una vez que esta muralla perdió su función defensiva, fue utilizada como cantera, ya que sus bloques se reutilizaban para cimentaciones, zócalos y paredes de edificios. Hoy en día se puede observar este sílex en los tramos conservados en las inmediaciones del palacio Real, así como en la iglesia de San Nicolás de los Servitas del siglo xv, concretamente en las fachadas de las calles del Biombo y San Nicolás; en los paños de la torre de los Lujanes del siglo xv, situada en la plaza de la Villa; en el castillo de la Alameda de Osuna, también del siglo xv; en los paños de los muros de la iglesia de los Jerónimos, de principios del siglo xvi; en la fachada del Real Monasterio de Santa Isabel del siglo xvi; en el Real Monasterio de la Encarnación (principios del siglo xvii); y en parte del zócalo del convento de las Trinitarias Descalzas y San Ildefonso del siglo xvii. El sílex forma parte de las cajoneras de mampostería, según aparejo toledano, de muchos edificios señoriales y eclesiásticos de Madrid. Además, las cuñas de sílex han servido para pavimentar muchas de las calles de la ciudad hasta mediados del siglo xx.

Las margas con yeso de las formaciones del Terciario han sido utilizadas en edificios históricos de Madrid debido a su fácil labra y a la proximidad de sus canteras a la capital. El uso de estas margas de tonos claros no ha sido muy extenso debido a su baja durabilidad. Con lo cual, es difícil encontrarlas formando parte de edificios históricos madrileños. El primer claustro del monasterio de San Jerónimo el Real (siglo xv) ha sido construido con margas yesíferas del Terciario, como se puede observar en el segmento conservado en el Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid.

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