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Raúl C. Cancio, Doctor en Derecho y Letrado del Tribunal Supremo, escribe en este número un completo artículo sobre las sedes del Tribunal Supremo en Madrid. Para ello se remonta al origen y desarrolla las vicisitudes que ha atravesado esta institución a lo largo de los siglos.

El Tribunal Supremo, entendido como última instancia jurisdiccional en todos los órdenes, tiene su origen en el Fuero Juzgo de 1241 y en el Código de las Partidas (1252-1284) que recomendaban la creación de una institución «para que ayuden al Rey varones sabios».

Este proyecto recogido por Alfonso XI y desarrollado por Juan I fue llevado finalmente a la práctica por los Reyes Católicos, quienes constituyeron el Real y Supremo Consejo de Castilla, Cuerpo Consultivo de los Reyes y Tribunal Altísimo de Justicia, predecesor remoto de la institución.

Serán las Cortes de Cádiz de 1812 las que impulsen el germen del primitivo Tribunal Supremo. Desde la creación del Tribunal Supremo hasta su radicación definitiva en la sede que hoy conocemos de Madrid, transcurrieron sesenta y tres años. El edificio actual no fue la ubicación del mismo hasta 1875, año que se instaló finalmente en el antiguo Convento de las Salesas. Los detalles más pormenorizados se pueden descubrir en este reportaje.