Parece que los Duques de Marchena mantuvieron una misteriosa relación con Sir Bassil Zaharoff, un individuo de origen desconocido con fama de traficante, espía y turbulento hombre de negocios al servicio de su amigo Eduardo VII de Inglaterra.
Por su parte, los Duques de Marchena eran un matrimonio compuesto por Francisco de Borbón y Borbón de Braganza, primo de Alfonso XII y María del Pilar Muguiro y Beruete, hija de un magnate de la banca y prohombre del partido de Cánovas.
La vida y la personalidad del duque de Marchena están envueltas en el misterio, igual que la de sus hermanos. También hay que decir que el infortunado Francisco fue víctima de la excesiva consanguinidad.
La mayor parte de su vida la pasó en París, igual que su mujer, aunque no sabemos si juntos, lo que sí sabemos por la prensa es que en su primera época parisina, el duque pasaba sus vacaciones sin la compañía de su mujer. De estos primeros años se conserva un extravagante retrato que se hizo en la capital francesa.
A la muerte del duque, treinta y siete años después de la boda, su viuda se casó con Zaharoff, también ya viudo de su anterior matrimonio, que contaba 75 años cuando se realizaron los esponsales, celebrándose una ceremonia privada en el castillo de Balincourt, propiedad del novio. Los contrayentes eran ya abuelos de media docena de nietos.
El artículo desvela las trayectorias de estas tres personalidades y de esta extraña relación, de este curioso triángulo que surgió en Madrid en los años de la Restauración.
Tampoco era tan extraña. Es el típico triángulo amoroso entre un tío listo, un tío tonto y una mujer interesada en el dinero que le podía proporcionar el chico listo mientras el tonto le daba la fama.
Ni que decir tiene que yo no tengo ninguna duda que los hijos de la duquesa eran del señor Zaharoff, que convencía a la duquesa para mandar al duque a instituciones mentales en Francia mientras la verdadera pareja se iba de vacaciones de lujo.