En la madrugada del 20 de noviembre de 1936 Buenaventura Durruti y Cipriano Mera departen en el interior del cuartel de la Guardia Nacional Republicana de la calle Pablo Iglesias (actual avenida de Reina Victoria) con otros jefes anarquistas sobre el asalto al Clínico.
Durruti quiere resarcirse y demostrar ante Miaja y Rojo la capacidad de sus milicias. Mera, albañil de profesión, aprovecha para instruir a Durruti sobre la estructura del hospital ya que él mismo trabajó en su construcción antes de la guerra.
Parece que los anarquistas entraron en el edificio con dificultades y que muy pronto hubo un gran número de bajas entre sus hombres. Pero el líder anarquista insiste en que hay que resistir y aguantar. Cuando le empiezan a llegar noticias de que sus hombres empiezan a retirarse, decide ir él mismo.
A partir de aquí las versiones se multiplican. Lo que sí es claro es que cuando Durruti llega al Clínico en coche, le ordena detenerse, se baja para conversar con unos milicianos y entonces recibe un disparo mortal. El artículo aborda algunas de las versiones de su muerte y las últimas horas de este líder.