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Madrid es una ciudad llena de esculturas. Las hay de todo tipo, temática y época. De todas ellas, hay un gran número que se erigieron en un momento histórico en el que se produjo una verdadera fiebre escultórica sin precedentes: fue durante la Restauración.

Entendemos esa etapa como un momento de regeneración del país, en el que se intentan buscar modelos de conducta, modelos de personajes ilustres, modelos de España. En Europa está ocurriendo algo similar, están buscando glorias pasadas para tomar impulso ante un futuro incierto.

Así, la nueva España resurge mediante la aplicación artística de dichos modelos en el marco arquitectónico, pictórico, de la literatura y de la escultura. En este último terreno, hasta ese momento, el número de esculturas de carácter público no era muy relevante.

Será Mariano Benlliure, uno de los principales escultores de esta época, quien deje su huella principal en nuestra ciudad. Nadie como él supo plasmar tan fielmente el gusto por el detalle y el realismo. Algunas de sus esculturas son María Cristina de Borbón, don Álvaro de Bazán o el monumento a Castelar.

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