En la esquina de las calles de la Cabeza y Lavapiés se alza una corrala del S. XVII en cuyo sótano se alzan los antiguos calabozos de la cárcel eclesiástica o de la Corona, prácticamente desconocidos aunque ya Pérez Galdós se refirió a ellos.
El Tribunal del Santo Oficio tuvo vigencia en Madrid entre los años 1650 y 1834 y se ubicaba en el número 4 de la actual calle de Isabel la Católica. En el número 3 de la manzana de enfrente se hallaban los calabozos de los que hablamos.
Fernández de los Ríos señalaba que pasados unos años después de que fuera abolida la Inquisición, aparecieron una gran cantidad de huesos humanos que se hallaron al ser reparada una alcantarilla bajo los calabozos. Todos los restos fueron llevados al Cementerio General del Norte.
Isabel Gea narra pormenorizadamente -en este artículo- cómo funcionaban los quemaderos de la Inquisición, cómo eran los pasillos y dependencias de estos calabozos y realiza una completa descripción de la evolución de este edificio.