Tras revolución de 1868, La Gloriosa, se produjeron en España profundos cambios políticos que llevaron al país del efímero reinado de Amadeo I (1871-1873) hasta la proclamación de la Primera República (1873-1874). De este último periodo es el tema que nos atañe: la primera plaza de la República en Madrid.
En 1873, al inicio de la I República, se decide cambiar el nombre de la plaza Mayor por el de plaza de la República, manteniendo dicho nombre hasta la Restauración borbónica, en la que regresaría al nombre que tenía en 1812: plaza de la Constitución. También la plaza de Oriente de Madrid se convertiría, durante la II República, en la plaza de la República. No obstante, cabe destacar que, por muchos nombres que les pongan a las plazas —los españoles somos de costumbres— y si se llama Mayor, Mayor se queda, pongan el nombre que pongan. Al igual que ocurre con otros singulares ejemplos de la fisonomía madrileña como Neptuno (plaza Cánovas del Castillo) o Cibeles (antigua plaza de Castelar).
Pero el caso que nos ocupa, no es el de una plaza rebautizada: es el de una plaza «proyectada», un espacio totalmente nuevo que sería representativo de la II República. En 1933, la prensa de la época anunciaba así la construcción de la «gran plaza de la República».