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figura-1-ambiente-cultural-de-cordobaMaslama es el primer madrileño del que se tienen noticias fidedignas. Según Lévi-Provençal, «el más antiguo de los hijos de que puede vanagloriarse Madrid». Maslama fue un científico que se dedicaba a la observación astronómica y a las matemáticas. Su patronímico árabe era Abu-l-Qasim Maslama ibn Ahmad al-Faradi al-Hasib al-Qurtubi al-Maÿriti. Ha pasado a la historia por su apodo al-Maÿriti, esto es, el Madrileño, que nos señala que nació en Maŷrit, en una fecha no determinada de mediados del siglo x. Falleció en Córdoba, hacia 1007. Maslama decidió trasladarse, a fin de dar rienda suelta a sus enormes inquietudes científicas, al centro principal del estado andalusí, donde se daban cita los personajes más eminentes no solo de la política, sino de las ciencias y las artes. No en vano, Córdoba era la capital del potente Estado musulmán, el Califato cordobés, que mantenía a raya con mano de hierro a los cristianos del norte.

En la capital cordobesa, fue discípulo del geómetra Abd al-Gafir ibn Muhammad y del matemático y astrónomo Abu Bakr ibn Abi Isa. Un hombre de las inquietudes de Maslama debió descubrir en la capital del poderoso Estado califal todos los elementos para desarrollarse como científico y persona. Aquí encontró un grupo de hombres ávidos de saber y conocimientos y un mecenas, el propio califa, dispuesto a financiar generosamente las actividades eruditas de estos preclaros sabios. Es muy posible que el poderoso consejero judío del califa, Hasday ibn Shaprut proporcionase, o mejor, propusiese asuntos que tratar a estos eruditos. Trabajo remunerado no les faltaría.

Durante el último cuarto del siglo x, Maslama adaptó las tablas de cálculo anual persa del gran matemático al-Juarizmi (conocido como el Padre del Álgebra, y de quien proviene la palabra «guarismo», cifra o número) y de al-Battani a los cálculos propiamente árabes del meridiano de Córdoba. La versión de al-Juarizmi adaptada por Maslama al-Maÿriti, fue traducida al latín por el erudito inglés Adelardo de Bath, quien recogió para la depauperada cristiandad del momento la antorcha del saber oriental que Maslama había introducido en Occidente. Adelardo difundió este profundo conocimiento entre aquellos cristianos que estuviesen dispuestos a aceptarlo. En la opinión del arabista de la Universidad de Barcelona, Juan Vernet, «La primera mención de una medida de la Tierra realizada por los árabes penetró en Occidente con la traducción de las tablas astronómicas traducidas por Adelardo de Bath en 1126». El mismo J. Vernet y M. A. Catalá, reiteran la influencia de Maslama en el mundillo científico cordobés en la brillante etapa califal, promotor de la gran expansión de las ciencias matemáticas en al-Ándalus en los períodos posteriores a la desintegración del califato.

Pero Maslama, además de astrónomo y matemático, también le daba a la filosofía, en su versión más pura, esa que conecta con las ciencias exactas, donde las matemáticas reinan supremas. Su actividad docente estuvo encaminada a la enseñanza de filosofía pura, ciencia exacta y precisión astral. Como maestro de filosofía pura y armonía universal, se permitió el lujo de medir las distancias terrestres a partir de la sombra proyectada por los astros, de perfeccionar el astrolabio y de traducir al árabe el famoso Planisferio del geógrafo alejandrino Ptolomeo. Maslama formaba parte de un selecto grupo de científicos cordobeses que introdujeron en al-Ándalus la ciencia helenística durante el califato de Abd al-Rahman III y sus sucesores.

Podras leer el artículo completo en el número 66 de la Revista Madrid Histórico