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Numerosos lectores se preguntarán ¿qué es esto de la Cara de Dios? Nuestro artículo camina por sus piadosos orígenes aristocráticos, la veneración de la reliquia vaticana, su conversión en masiva romería popular de Viernes Santo, la gradual supremacía de lo festivo sobre lo devocional, su reflejo como zarzuela de éxito, hasta su prohibición e inmediata transformación en verbena de barrio, con el olvido casi por completo de la reliquia y su pasado. También propone un recorrido evocador, apto para todos los públicos.

Para rastrear la fundación de la desaparecida capilla de la Concepción, llamada popularmente de la Cara de Dios, hay que remontarse a Catalina Mariana Artal de Alagón, condesa de Pavías y marquesa de Almonacid, en cuyo testamento de 1653 establece la creación de una memoria de misas y la fundación de una capilla de la que sería patrono su marido Agustín Homodei, marqués de Piovera, y más tarde Carlos Homedei, primogénito del tercer matrimonio de su marido que contraería con Leonor de Moura y Corte Real, marquesa de Castel-Rodrigo. Al morir sin hijos, el título lo heredaría Juana, hermana de Leonor, que se desposaría con Giulelmo Pío de Saboya. Su hijo Francisco Pío de Saboya y Moura, heredaría los marquesados de Castel-Rodrigo y de Almonacid, y todo el cuantioso patrimonio urbano familiar. Tras numerosas dificultades, los sucesivos patronos consiguen los permisos y levantan la capilla que se inaugura el 21 de enero de 1689 en terrenos al lado de sus casas, frente al monasterio de premostratenses de San Joaquín, llamado también de Afligidos (por derivación de una imagen de este nombre que se veneraba en el convento), todo ello con fachada a la actual calle de la Princesa. Aquí trasladarían los restos de la condesa fundadora que estaban enterrados en la iglesia de capuchinos de San Antonio del Prado. A esta primitiva capilla estarían adscritos doce capellanes y un capellán mayor, cuya función era la de la celebración de doce misas diarias, ofrendadas por el alma de la condesa y sus familiares, con la obligación añadida de hacer una función anual a la Virgen de la Concepción, además de misas el día de Difuntos, con la misma intencionalidad. El templo conseguiría su licencia para celebrar la eucaristía el 28 de marzo de 1701, tras no pocos pleitos.

Aquí se trasladaría la reliquia de la Santa Faz, una representación del velo con el que Verónica limpió la cara de Cristo en el vía crucis, o sea, la Cara de Dios para la mayoría de los madrileños, que se supone traída directamente del Vaticano, en unión de otras reliquias, por Luis Homedei, hermano del citado Agustín, que había sido nombrado cardenal en Roma (en 1690), de igual forma que lo había sido su tío, homónimo de su padre unas décadas antes (entre 1652 y 1685). Si la donación de las reliquias fue gracia del papa Paulo V, como se afirma reiteradamente, debió ser anterior, correspondiendo al relevante linaje de los Homodei, influyentes patricios de Milán. Pero es el ya citado Carlos Homodei, marqués de Almonacid, que tras su matrimonio con Leonor de Moura y Corte Real, sería también marqués de Castel Rodrigo, el poseedor de los extensos territorios que incluían la casa de campo llamada de La Florida, las fincas de la Salceda o Buitrera, las casas de Molino Quemado, las huertas cercanas a la fuente de Leganitos, así como las casas, en el límite de la finca, en la llamada plaza de los Afligidos, frente al convento, donde se edificaría la primitiva capilla.

En abril de 1717, hallándose el marqués sin sucesión directa traspasaría la capilla y su patronato a su sobrino el príncipe Francisco Pío de Saboya, hijo de la hermana de su mujer Juana de Moura y Corte Real, casada con el príncipe Gisberto Pío de Saboya, figurando desde entonces el patronato en la casa Pío de Saboya. Desde luego, la capilla pronto fue popular, figurando en 1744 en una especie de guía turística de la época como era el Kalendario manual y guía de forasteros en Madrid. En el Viaje de España de Antonio Ponz, publicado por vez primera en 1776, ya se describe la capilla destacando la notable pintura de la Concepción del altar mayor, obra de Jordán (Luca Giordano) y, entre las numerosas reliquias, la del Santo Rostro de Jesucristo. En la Semana Santa de 1819, tras los años convulsos del dominio napoleónico, se anunciaba que «en la capilla pública de la Concepción, sita en la casa del Excmo. Sr. Príncipe Pío, plazuela de Afligidos, se manifiesta a la pública veneración la Santa Faz el Jueves y Viernes Santo», previniéndose «que el Viernes se cierra la capilla desde las doce a las tres de la tarde, y al anochecer se daba a adorar a todos los fieles». Inicialmente parece que la romería destacaba por su solemnidad, integrada en la procesión de penitentes que se encaminaban en vía crucis al convento de franciscanos descalzos de San Bernardino. Además, la capilla poseía el privilegio de celebrar misa con exposición del Santísimo Sacramento en Sábado Santo.

Podras leer el artículo completo en el Número 69 de Madrid Histórico

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