En diciembre de 2017 se cumplen 96 años de la primera ampliación del ferrocarril metropolitano de Madrid, llevado a cabo por la compañía Metropolitano Alfonso XIII, la cual comprendía el «trozo» Sol-Atocha.
Este trozo (o línea) comenzó a ser estudiado y diseñado en 1918, cuando aún estaba en plena construcción y estudio la primera línea del metropolitano, la Línea Norte-Sur, de la cual este trozo es la «prolongación natural» hacia el sur de la ciudad y comenzó a ser construido el mismo día de la inauguración de la Línea Cuatro Caminos-Sol, lo cual da muestra del ritmo de trabajo de la compañía del Metropolitano Alfonso XIII durante sus primeros años de existencia.
La Línea Sol-Atocha es en realidad fruto de la fusión de las líneas Progreso-Sol (separada de la construcción de la Línea Norte-Sur original debido a la decisión de prolongar la línea hacia el sur) y Progreso-Atocha. El origen de la línea se encuentra en la prescripción segunda de la Real Orden de 14 de octubre de 1916, en la que se «invitaba» a la compañía a prolongar la Línea Norte-Sur hacia la glorieta de Atocha para dar así servicio a la estación de ferrocarriles del Mediodía, de la compañía M. Z. A. Así mismo, la compañía esgrime a la hora de solicitar la concesión al Ministerio de Fomento la mejora en las comunicaciones, en esos momentos deficitarias y colapsadas, y el impulso al desarrollo de las zonas atravesadas por la nueva línea como argumentos a favor de su construcción.
La línea fue abierta al público el 26 de diciembre de 1921 y constituía la primera ampliación de la Línea Norte-Sur (actual Línea 1) y la primera de la historia del ferrocarril metropolitano de Madrid. Esta comprendía 1808,15 metros y tres nuevas estaciones (Progreso, Antón Martín y Atocha), de las cuales hablaremos más adelante en profundidad.
La descripción de la nueva línea es la siguiente: «Nace en la estación de Sol, y debido a su cota muy profunda, se ha podido desviarla del eje de las calles de Carretas y Conde de Romanones, suavizando notablemente el trazado, pues se llega a la Plaza del Progreso [actual Tirso de Molina] con curvas de radio mínimo de 81,5 metros, siendo la rampa máxima de 0,021. La estación de Progreso se ha enclavado en los jardines de la plaza del mismo nombre, y en forma tal, qué más adelante se podrá adosar en su inmediata proximidad y al mismo nivel, la futura estación de arranque de la línea a los Barrios Bajos.1 […] Sigue el trazado de la galería por el eje de la calle de la Magdalena hasta la estación de Antón Martín, situada en esta plaza de tan incesante movimiento, y por último, baja a lo largo de la calle de Atocha, con pendiente máxima de 0,04 hasta la Glorieta del mismo nombre, en la que se sitúa la estación final de éste trozo».2
Tenemos la suerte de que el acto de inauguración, al que acudieron los reyes Alfonso XIII y la reina Victoria, está bien documentado por la prensa de la época, lo que nos aporta mucha información. El acto empezó en la glorieta de los Cuatro Caminos. Allí aguardaba desde las nueve y media el Consejo de la compañía la llegada de los reyes y se agolpaban muchos curiosos y vecinos. A las diez menos cinco llegaron los reyes en automóvil, siendo recibidos con todos los honores por Otamendi (director de la compañía), el Consejo de la compañía y otras autoridades. Para el acto de la inauguración se utilizó un tren formado por tres coches, en el primero de ellos iban los reyes por lo que se había alfombrado el coche para la ocasión y añadido algunos detalles más para mejorar su aspecto. También iban en este coche Otamendi (director gerente), Antonio Palacios (arquitecto oficial de la compañía) y todo el Consejo de la compañía. En los otros dos coches viajaban el resto de autoridades e invitados así como la prensa. El tren partió a las diez y siete minutos de la estación de los Cuatro Caminos y realizó el trayecto Cuatro Caminos-Sol sin realizar ninguna parada intermedia, atravesando a baja velocidad los andenes de la estación de la Puerta del Sol. La primera parada se realizó en la estación del Progreso, donde Miguel Otamendi explicó a los reyes las instalaciones de la estación así como la disposición de los vestíbulos y las entradas y salidas a los mismos. También hizo lo mismo al llegar a la estación de Antón Martín. A las once menos veinte llegó el tren a la estación de Atocha, que recibió grandes elogios de los invitados. Los reyes recorrieron la estación asesorados por las explicaciones de Otamendi y se fotografiaron en ella. Después, salieron a la calle a través de la salida que da al Palacio de Fomento y tras una breve charla con autoridades e invitados se despidieron. El resto de invitados y autoridades fueron invitados a un almuerzo en el Hotel Palace.
El diseño y decoración de las estaciones fue obra del arquitecto Antonio Palacios, arquitecto oficial de la compañía Metropolitano Alfonso XIII (ya hemos visto que fue invitado al acto de inauguración y en un lugar destacado junto a los reyes y a la dirección de la compañía). Palacios empleó para las nuevas estaciones un estilo decorativo similar al de las primeras estaciones pero más recargado y fastuoso, probablemente debido al éxito económico que había cosechado el metropolitano en su primer año de servicio. La decoración estaba básicamente realizada empleando azulejos blancos biselados y cerámicas sevillanas en reflejo de cobre para dar color y vistosidad. A estas se le añadían cenefas de cerámica de Sevilla, también en reflejo de cobre, y azulejos de colores, cada estación tenía un color diferente relacionado con su ubicación y que la diferenciaba del resto. En los andenes destacaban las taquillas para el jefe de la estación, de color granate, los bancos de cerámicas azules y los grandes recuadros de publicidad pintada sobre azulejos y demarcados por cerámicas en reflejo de cobre, que ayudaban a crear contraste y vistosidad.
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