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A lo largo del siglo xix se produjeron en España unos cambios económicos y sociales que supusieron el ocaso de una nobleza que deseaba mantener el nivel de vida que se había creado, conllevando unos gastos muy superiores a los ingresos que obtenían de su patrimonio, mayormente mal gestionado y poco rentable. Para paliar esta situación la aristocracia tenía dos caminos: casar a sus hijos con los de algún burgués bien situado y con deseos de ascender en el escalafón social o recurrir a prestamistas, hipotecando sus fincas.

Considerando las prácticas de esta nobleza en el siglo xix, se ha podido comprobar que algunos de sus componentes supieron adaptarse a los nuevos tiempos formando parte de las nuevas elites políticas y económicas, como es el caso del IV conde de Goyeneche. De este noble, comprometido con sus iguales y con el dinero, se acaba de cumplir el bicentenario de su nacimiento en el año 2017.

El Condado de Goyeneche

El 7 de noviembre de 1790, el rey Carlos IV concedía a Miguel de Goyeneche Valero el título de Navarra, y lo nombraba oficialmente vizconde de Valero y conde de Goyeneche. En enero de 1795, fallecía este noble, y según su testamento, otorgado el 14 de ese mismo mes y año, nombraba como albacea a su primo Miguel de Mendinueta, al que le legaba y mandaba su título, por lo que este pasaba a ser el II conde de Goyeneche. Hubo reclamaciones por parte de Juan Ignacio Goyeneche, hermano del fallecido conde, pero el título quedó en poder de Miguel de Mendinueta, que falleció en los primeros años del siglo xix, dejando a su hija, María Felipa Teresa, como su heredera universal. Esta se casó con Hilario de Mendinueta, y, una vez pagados los impuestos, en 1816 pasó a ser la III condesa de Goyeneche.

En cuanto a la historia del que más adelante sería el IV conde de Goyeneche, se dirá que Benigno Mendinueta y Mendinueta, hijo de Hilario y de María Felipa, nació en Madrid el 13 de febrero de 1817. Con solo diez años, el 28 de septiembre de 1827, su madre se encargó de que él y su hermano Pedro, fueran admitidos como alumnos en el Real Seminario de Nobles de Madrid. También en 1835 Benigno aparecía entre los nombramientos que la reina había hecho de portaestandartes, alféreces de coraceros y lanceros de la Guardia Real. No obstante, hasta junio de 1845, que fue cuando falleció su madre por un ataque apopléjico en el madrileño Teatro de la Cruz, no hay nuevos datos sobre Benigno. En este año, fue cuando inició los trámites, como hijo legítimo y primogénito, para heredar el título. No fue hasta el 28 de febrero de 1851, cuando la reina Isabel II le autorizó el uso del título.

El IV conde de Goyeneche en política

En 1846, y con 29 años, se produjo la primera aparición en el mundo de la política de Benigno Mendinueta, siendo elegido diputado por el distrito de Aspe. Desde su jura del cargo, participó en algunas votaciones en el Congreso, aunque no tuvo ninguna intervención en el hemiciclo, limitándose sus actuaciones a relaciones protocolarias, en especial con la monarquía (como continuó siendo habitual a lo largo de las distintas veces que fue elegido diputado). Sin embargo, Goyeneche, fiel a sus electores, sí se reunió con distintos ministros para, ante la falta de agua, pedir ayudas para la zona alicantina que representaba.

En 1850, en las elecciones que el general Narváez había convocado para septiembre, el conde volvió a presentarse por Aspe, siendo elegido nuevamente. En mayo de 1851, Bravo Murillo convocó nuevos comicios, en los que el conde de Goyeneche, como moderado independiente, se presentaba como candidato por Aspe, resultando nuevamente elegido. En la convocatoria de elecciones de 1853, dispuestas de nuevo por Bravo Murillo, el conde continuó presentándose por Aspe, pero en esta ocasión, salió derrotado.

En 1854, se daban unas circunstancias en las que parecía que, en España, todo estaba dispuesto para un levantamiento, surgiendo, en las ciudades más importantes distintos movimientos revolucionarios que finalmente desembocarían en el Bienio Progresista. En estos dos años, el conde de Goyeneche no apareció en el escenario político, pero al terminar este periodo, en las elecciones que, para marzo de 1857, convocaba Narváez, volvió a ser candidato, en esta ocasión por el distrito madrileño de Maravillas, siendo elegido diputado. Abandonó su cargo en mayo de 1858, y estuvo sin actividad política hasta principios de 1865, cuando, por reunir las condiciones exigidas por la Constitución de 1845, fue nombrado senador vitalicio por la reina.

Otra faceta política de Goyeneche fue que llegó a simultanear su cargo de diputado con el de regidor del Ayuntamiento de Madrid. Comenzó en 1847, al ganar unas elecciones municipales, pasando a ser concejal. Fue reelegido en noviembre de 1851, manteniéndose hasta 1853, ocupando distintos cometidos como: servicios de limpieza, riesgos e incendios, control de precios de alimentos de primera necesidad, o cuidando la calidad de las aguas, la protección de las acequias no descubiertas, la distribución domiciliaria y el precio a fijar por los servicios, al formar parte de la comisión encargada de la obra de más envergadura de la época, como fue la traída de aguas a Madrid desde el río Lozoya. En agosto de 1851, el conde de Goyeneche, al igual que la mayor parte de la elite madrileña, figuraba entre los suscriptores del Canal de Isabel II, contribuyendo con 16 000 reales.

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