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En 1901 una sociedad privada había fundado en Guadarrama la Colonia del Doctor Rubio, llamada posteriormente Valdelasierra (véase Madrid Histórico, n.º 69 mayo-junio 2017), aprovechando la inmediatez de un manantial de aguas medicinales, las aguas de La Porqueriza. Esta colonia veraniega tuvo un gran éxito debido a su cercanía y buenas comunicaciones con Madrid, sus ajustados precios, la calidad de su alojamiento y cocina, así como por sus fabulosas temperaturas estivales. Su existencia supuso una enorme transformación de la realidad económica y social del pueblo, pues por primera vez el lugar se convirtió en un enclave turístico. Fue un lugar de moda y, como tal, llegó un momento en que dejó de estarlo. En abril de 1921, la sociedad anónima dueña de la colonia se disolvió, se procedió a su subasta y la propiedad fue adquirida por la condesa de Medina y Torres, viuda del que fue muchos años presidente del consejo de administración, el general Sarthou.

El origen

A los tres meses de posesionarse la condesa de esta colonia tuvo lugar en la comandancia de Melilla el llamado Desastre de Annual. A consecuencia de una pésima planificación de las operaciones militares, se produjo una catastrófica retirada de las tropas españolas, con el resultado de la pérdida del Marruecos oriental, así como la muerte de más de 10 000 soldados.

Ante estos hechos dramáticos, surgió en la sociedad española una oleada de solidaridad con el Ejército, traducida en suscripciones patrióticas, recogida de ropa y donativos, obras teatrales y corridas de toros benéficas, etc. La condesa de Medina y Torres, D.ª Beatriz Esteban y Fernández del Pozo, no quiso ser menos, habida cuenta de que era viuda de un general y que militares habían sido muchos de los miembros directivos de la antigua colonia. Así, en septiembre de 1921, la condesa cedió al Estado el uso de las instalaciones, y este decidió convertir la colonia en un sanatorio antipalúdico, el Sanatorio Antipalúdico Condesa de Medina y Torres más conocido por sanatorio de Valdelasierra.

La condesa cedió los edificios, muebles, utensilios y parte del personal, y además instaló de su propio bolsillo la calefacción; esta antes no existía ya que la colonia funcionaba solo durante los veranos, y ahora el sanatorio iba a tener carácter permanente.

Se dedicó Valdelasierra a sanatorio antipalúdico porque esta enfermedad, el paludismo o malaria, era una enorme lacra entre las tropas españolas en Marruecos, tropas de todas las armas pero sobre todo de infantería. Sin ser especialmente mortal, sí era muy inutilizante pues afectaba a gran número de soldados y oficiales, que quedaban fuera de servicio, disminuyendo la eficacia de las unidades y de las operaciones militares. Se contaba con el caso de Cuba, cercano en el tiempo, donde la mitad de la tropa no pudo combatir a causa de la enfermedad. En la famosa novela Imán de Ramón J. Sender se describe a uno de los muchos palúdicos del ejército: «… y se encuentra a la vuelta de la tienda con un soldado macilento, envuelto de pies a cabeza en una manta, apoyado en el cerco. Encogido bajo la mugre del capote, hundido el rostro en la doblez en pico de la manta, podría tener muy bien setenta años. Un palúdico a quien no dan de baja. Le tiemblan las manos, debe tener fiebre alta, apenas oye. En el suelo el plato abollado y roñoso contiene un poco de leche».

Primeros pasos

La primera expedición al sanatorio llegó el 3 de noviembre de 1921. Los soldados enfermos salían desde Ceuta hasta Cádiz o desde Melilla hasta Málaga. Desde allí, en trenes militares, partían los convoyes hasta Madrid. Aquí descansaban uno o dos días en el Hospital Militar de Carabanchel. Luego eran conducidos hasta Valdelasierra, bien en tren hasta Los Molinos o Collado Villalba y de aquí en ambulancias militares, o bien directamente en estos vehículos.

En muy poco tiempo se pudieron acondicionar las instalaciones para sus nuevos fines sanitarios, tanto es así, que todo estuvo dispuesto para la visita que giraron en noviembre de ese año los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Sus Majestades pudieron comprobar la calidad, comodidad e higiene del sanatorio, conversando con los soldados convalecientes y con el cuadro médico. El rey ya había estado allí cuando aquello era colonia de veraneo, en julio de 1909, en el banquete homenaje que se hizo al alcalde de Guadarrama por su excelente comportamiento y el del Ayuntamiento hacia las tropas durante unas maniobras militares que hubo en la comarca.

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