Carlos I, rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, archiduque de Austria, duque de Borgoña y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, visitó en 1524 a Beatriz Galindo —hija de un hidalgo de la baja nobleza y mermado en rentas—, cuyo destino había sido fijado por su familia para que transcurriera al servicio de Dios en un convento. Su sacra cesárea católica real majestad Carlos V no hizo el viaje en balde para conocer a una mujer de avanzada edad recluida en un convento, fue a saber de sus abuelos, los Reyes Católicos, de boca de quien en su día fuera cortesana y consejera de la reina Isabel I de Castilla. Beatriz Galindo ganó su sitio en la historia por su docta educación y sobre todo por su elevado conocimiento del latín.
El latín era considerado un lenguaje culto, muy utilizado tanto para la censurada ciencia de la época como para los actos religiosos, por lo tanto era una materia de estudio importante para entender muchos de los documentos que se escribían.
Lucio Marineo Sículo, italiano afincado en Zamora, hidalgo de escasa fortuna, había decidido, de entre todos sus descendientes, que su hija Beatriz ingresara en un convento. Previendo que el conocimiento la lengua romana le iba a ser muy útil, antes de recluirla le permitió que estudiara Gramática en las academias dependientes de la Universidad de Salamanca.
Beatriz destacó tanto en sus estudios que a la edad cercana de 15 años ya tenía fama en Salamanca y Castilla por su erudición en la lengua romana. Por aquel entonces ya la apodaban la Latina en referencia al latín. Posiblemente conoció y trató en persona al propio Antonio de Nebrija y se cree que pudo dar clases incluso en la universidad. 1486 es el año más importante en la vida de Beatriz. Ella ya estaba preparada para la vida monacal pero su destino sería otro bien distinto: formar parte de la historia.
Ese mismo año Isabel I de Castilla, sabiendo que su educación en latín era algo pobre, llama a Beatriz para formar parte de las mujeres de la Corte, con la función de enseñar y aconsejar en cualquier tema derivado de su maestría. No sólo enseñó a Isabel, fue la profesora de todos sus hijos. Se cree que además fue nombrada camarera mayor de la reina, aunque este hecho no esté claro. Como tampoco se sabe la fecha exacta de su nacimiento, debido a que es llamada a la Corte en 1486 y se considera que habría cumplido unos 20 o 21 años, ya que se supone que su madre la dio a luz en 1465 aproximadamente.
Este dato es controvertido pues según el historiador podemos datarlo en 1464 y hay quien escribe que es en 1475, algo ilógico que a la edad de 11 años fuese ya una erudita. Beatriz dedicaba la mayor parte de su tiempo a la enseñanza, como católica, al rezo y también se supone que aconsejaba a la reina. Sin embargo no atendía demasiado a los temas relacionados con el amor, por eso su majestad tomó cartas en el asunto.
Isabel I de Castilla concertó el matrimonio de Beatriz con Francisco Ramírez de Madrid en el año 1491. Él estuvo casado con Isabel de Oviedo, de la que enviudó en 1484, y ostentaba el alto cargo de capitán real de artillería. Beatriz rondaba los 26 años y Francisco los 46, pues nació en 1445. La diferencia de edad, cuando el hombre era el mayor, no se veía como signo negativo. De esta unión nacieron dos hijos: Nuflo y Fernán.
En 1492 se había conquistado el reino nazarí de Granada y por lo tanto pasó a pertenecer a la Corona de Castilla, en cuyas batallas, que comenzaron en 1482, volvió a destacar Francisco. Pero casi una década después la población mudéjar de la sierra de Ronda se sublevó en 1501, y en tal batalla murió Francisco Ramírez.