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El traslado de las Cortes desde Cádiz a la capital del Reino despertaría un vivo interés en aquellos momentos que fue recogido por las gacetas oficiales y la numerosa prensa que se editaba por entonces. Las informaciones difundidas proporcionan interesantes datos que posibilitan conocer este asunto con detalle, tanto de los debates previos que se produjeron, como de los pormenores de su nueva ubicación en Madrid, junto con el desarrollo de la actividad constitucional hasta la implantación del absolutismo tras la llegada de Fernando VII[.

Como antecedente, cabe destacar que en las sesiones de octubre de 1813 celebradas en las Cortes de Cádiz se hicieron varias exposiciones sobre el proyecto de la futura sede de la Cámara en Madrid realizado por el ingeniero don Antonio Prat. Se había elegido, por estimarse como el edificio más apropiado para este cometido, el antiguo colegio de la Encarnación, construcción que se inició a finales del siglo xvi y que albergaba una de las instituciones madrileñas más destacadas de la época; era conocido por entonces como el colegio de Doña María de Aragón. Dado que no había fondos disponibles para la obra prevista, el Ayuntamiento Constitucional de Madrid ofreció adelantar los seiscientos mil reales en los que se había evaluado el gasto, estimándose que se podría concluir el proyecto en dos meses y medio si las Cortes aprobaban el plan establecido[.

Este asunto avivaría algunas polémicas en las sesiones. Por un lado, estaban las cuestiones políticas, con quejas por la lentitud en la ejecución de los acuerdos relativos a la traslación de las Cortes desde Cádiz a Madrid, que se comunicaron en agosto y que aún a no se habían cumplido pasados dos meses. Del mismo modo, se expondría por algunos parlamentarios que esos retrasos causaban preocupación social al atribuirlos el pueblo a intereses particulares, por lo que debería verificarse el traslado lo más rápidamente posible para no dar lugar a que se pudiese pensar que había una mano oculta que no lo deseaba. Por otro lado, se estimaba que el sitio elegido para las Cortes en Madrid no era el más idóneo, ya que dificultaba la cómoda asistencia del público y de los diputados, que, al vivir en el interior de la villa, podrían excusar en las noches de invierno reunirse para trabajar en las Comisiones asignadas en un paraje considerado retirado y frío.  

Asimismo, se expondría en los debates habidos que, aunque se fijase el Salón de las Cortes en el ya citado colegio de Doña María de Aragón, de forma interina mientras se realizasen las obras pertinentes se podría utilizar el Banco Nacional de San Carlos, que contaba con una amplia sala de reuniones y cuyo acondicionamiento supondría un dispendio menor. Por ello, se hizo una formal proposición al Jefe Político de Madrid para que el salón del banco estuviese disponible en noviembre de 1813 con la finalidad de poder empezar las sesiones a primeros de diciembre. Las Cortes de Cádiz quedarían enteradas de la exposición posterior del citado Jefe Político en la que se señalaba que se podía efectuar el traslado cuando se estimase por hallarse habilitado para tal fin el salón de sesiones del Banco Nacional de San Carlos, con el único problema de la poca cabida para el público, pues sólo habría capacidad para unas ciento cincuenta o doscientas personas[.

Aunque el salón del banco se estimó en un principio como el más apropiado para albergar provisionalmente las Cortes mientras se fijaba su sede definitiva en Madrid, en las discusiones posteriores sobre esta cuestión aparecieron reparos a que se celebrasen allí las sesiones. Algunos diputados estimaron que, por magnifico que fuera el edificio, si no tenía sitio bastante para la asistencia cómoda de un público que pudiera presenciar los debates en gran número, se podrían considerar por muchos ciudadanos las deliberaciones como secretas. Por diversos motivos se retrasaría el traslado de las Cortes desde Cádiz a la capital del Reino y la última consideración expuesta originó que a primeros de 1814 se habilitase el teatro de los Caños del Peral para que el día 15 de enero pudiera tener lugar la apertura de las Cortes Generales Ordinarias en este coliseo ubicado en la conocida entonces como plaza de la Biblioteca y del Teatro de la Ópera. En aquellos momentos era una zona muy concurrida con un amplio espacio similar al que se puede apreciar hoy día frente al Palacio Real, al haber impulsado unos años antes José Napoleón el derribo del entramado de casas medievales que ocupaban la actual plaza de Oriente


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