Déjate llevar de la mano de nuestra revista a través de fotografías, imágenes, ilustraciones, gráficos y mucho más…

Igual que Madrid atesora en sus calles y leyendas la inconfundible huella de su pasado musulmán, lo mismo ocurre con las tierras de su comunidad autónoma. Y de estos vestigios vamos a hablar en el presente artículo.

En la Comunidad de Madrid se halla el río peninsular más septentrional de reminiscencias árabes, el Guadarrama, Wadi-r-ramla, o «río de la arena», hidrónimo que también recibió el Manzanares en época islámica. En cambio, otro wadi, Guadalix, se antoja bastante más enigmático, pues al prefijo que señala al río, une un sufijo seguramente prerromano, -alis, según M.ª Jesús Rubiera. En cambio, uno de los afluentes del río Guadalix, el arroyo Albalá, es completamente árabe, pues quiere decir «el remolino», Al-ballaa. Tajo y Jarama son hidrónimos prerromanos, aunque su actual fonética se debe a su pronunciación árabe. Algete es otra voz árabe, que a orillas del río Jarama significa «la orilla», al-satt.

Además de los nombres de ríos y algún que otro accidente geográfico, como el cerro Almodóvar (al-Mudawwar) de Vallecas, la mayoría de los topónimos madrileños actuales que proceden del árabe, y que forman parte de la huella islámica en la Comunidad, es más extensa de lo que podríamos sospechar a primera vista, pues proceden de la actividad cotidiana humana. Veamos algunos ejemplos: fahs es la denominación árabe para el campo cultivado en los alrededores de la ciudad, al que acompaña un topónimo en lengua romance, Salmedina (Fahs Madina) y Vaciamadrid (Fahs Madrid); Aldovea (alduwayya) es «la aldehuela»; Daralcalde (Dar al-qadi), «la casa del juez», es un paraje perteneciente al municipio de San Fernando de Henares; o Valdaracete (Val Dar Zayd), otro municipio madrileño, que significa «el valle de la casa de Zayd»..El sistema de frontera conocido como Marca Media, al que pertenecía Madrid y sus tierras, proporciona más de un topónimo reconocible: Alcalá (al-Qala’a), «la fortaleza»; Guadalajara (Wad al-hiyara), «río de las piedras»; o la Cuesta de Zulema, también en Alcalá de Henares. La Cuesta de Zulema hace referencia a Sulayman, que es, según M.ª Jesús Rubiera, el nombre árabe de Salomón, el rey hebreo que se enamoró perdidamente de la reina de Saba. ¿Qué tiene que ver en esto el legendario rey israelita? Pues evoca la siguiente historia, seguramente verídica: algunos notables visigodos procedentes de Toledo se atrincheraron en Alcalá (Complutum). Habían llevado consigo parte del tesoro real visigodo; una de cuyas piezas más apreciadas era la Mesa de Salomón, en tiempos custodiada en el Templo de Jerusalén. Este templo fue destruido por Tito, hijo del emperador romano Vespasiano, en el año 70 d. C., con el ánimo de acabar con la rebelión judía.

A comienzos del siglo x, en cierto valle madrileño se cultivaba el ajo. Para facilitar su recolección, los musulmanes construyeron pequeñas cabañas que formaron una aldea, Ajalvir, llamada así por estar en el centro de un ajal, según la tradición. Para los arabistas este topónimo procede del árabe al-jaloui, que significa «aislado, retirado, apartado». Según otros autores, procede también del árabe, pero de fayy al-bir, «camino ancho entre dos montañas», puesto que Ajalvir está emplazado en un valle rodeado de colinas. Otros dan a fayy al-bir la acepción de «pozo ancho».

El nombre de Alcorcón podría estar relacionado con un enclave denominado al-Qadir, fundado por artesanos y alfareros musulmanes, de donde derivaría la forma actual. La denominación en sí procedería de la fabricación de alfares, en cuyo proceso se gastaba mucho alcor, óxido de cobre empleado por los artesanos del ramo en sus procesos ceramistas. Aunque también se piensa que Alcorcón procede de un gran alcornocal donde se instalaron los primeros habitantes islámicos.

El topónimo de Alpredrete puede proceder también de época islámica. Un grupo humano se asentó en este lugar serrano, y aprovechó la cantería situada aquí. Al enclave lo denominaron al-Pedret o «pedregal». Aunque algunos autores sitúan su origen en tiempos de los romanos, el característico roquedo alpedreteño fue el que dio nombre al lugar, pues el topónimo derivaría del latín ad petrum.

El Atazar, embalse, pueblo y poblado, están ubicados cerca de la red de atalayas del Jarama. El nombre parece provenir de Latazar, enclave formado alrededor de un campamento militar musulmán en el siglo XII, cercano a Somosierra.

Podrás leer el artículo completo en Madrid Histórico 80