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La historia de las patronas en las diversas ciudades es sorprendentemente variopinta. La patrona puede o no estar ubicada en la Catedral, sede del obispo, aunque suela estarlo. Cuando hay dos patronas, en la Catedral suele estar la más antigua de ellas. Hay historias realmente singulares. Es el caso de Sevilla, la patrona siempre fue la Virgen de la Inhiesta, pero el destrozo de la guerra civil obligó a buscar sustituta. Todo el mundo esperaba la coronación de la Virgen de la Sede, que preside con singular belleza el retablo de la catedral de Sevilla, el más grande del mundo. Sin embargo el obispo escogió la Virgen de los Reyes, situada en una de las capillas. Era la mas antigua.

En Murcia, el rey Alfonso X El Sabio regaló a la ciudad su patrona Virgen de Arrixaca, pero en 1746 una pertinaz sequía hizo recurrir a los murcianos a una Virgen pequeña de su vega, que es la actual Virgen de la Fuensanta. Pero tienen a las dos, porque la antigua de Arrixaca no fue destituida, ya que si se hubiese querido imponer la cesantía de la primera, sólo podía haber sido ser por orden de la misma autoridad que la nombró.

Tenemos dos vírgenes patronas en muchos sitios. En Pamplona están santa María la Real y la Virgen del Camino. En Soria, la Virgen de la Blanca y la del Espino. En Granada, la de las Angustias y la de la Antigua. En Zamora, la de las Angustias y la de la Concha. Y en Valladolid, la de San Lorenzo y la de la Candelaria. En la villa y corte de Madrid también hay dos patronas, la Virgen de Atocha y la de la Almudena, pero con un pique entre grupos de madrileños seguidores de ambas, cortesanos o no, singular en la historia.

Se sabe que en el inicio de la Edad Media en Madrid había una población visigoda. La aldea estuvo en lo que hoy es la calle Segovia. En las excavaciones que hubo que hacer entre la plaza de Armería y la Catedral para construir el actual edificio de las Colecciones Reales apareció un esqueleto de un hombre de veinticinco años, datado del siglo viii. Los musulmanes no llegaron hasta el siglo ix.

Los musulmanes ocupan Madrid, construyen una ciudadela en lo que hoy es el Palacio Real, y a su alrededor se monta una pequeña ciudad islámica. Es seguro que los cristianos, siguiendo las instrucciones del obispo de Toledo, oportunamente ocultaron la pequeña imagen de la Virgen, a la que daban culto en la pequeña iglesia preislámica de Santa María, que estaba ubicada en lo que hoy es el Instituto Italiano de Cultura. De esta pequeña iglesia queda la evidencia de una lápida encontrada en 1618 que decía Dominicvs Bokatus, encontrándose también en 1638 un sepulcro de un monje visigodo.

Próximo al solar de esta iglesia preislámica, Abdalrraman III construyó una mezquita, aunque la iglesia de Santa María fue respetada. Es obvio que los cristianos habían puesto a buen recaudo la imagen de la Virgen que estaba en la iglesia de Santa María.Tenemos un relato que don Juan Manuel Carus hizo en 1885 en referencia a la Virgen del Castillo, que había permanecido oculta en una hornacina próxima a la puerta del castillo de Perales de Tajuña, una gran población próxima a Madrid:

La historia de esta antigua imagen es muy parecida a la tradición de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid, y a la de tantas imágenes célebres de España. Desde época que se oculta en la remota Antigüedad, anterior a la funesta invasión agarena, la villa de Perales de Tajuña miraba con filial veneración a una imagen de María y se encomendaba a su maternal patrocinio en todas sus necesidades. Sobrevino la irrupción del agareno cuan torrente devastador, y antes de pensar en ponerse a salvo aquellos tan honrados como sencillos labradores procedieron a ocultarla.

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