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Leonardo Torres Quevedo nació el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña (Molledo), un pueblo de la provincia de Santander en el que aún se puede contemplar su casa. Su padre era ingeniero de Caminos, lo que le permitió tener una esmerada educación desde la niñez. Estudió el bachillerato en Bilbao y, tras dos años de formación en París, regresó a Madrid e ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos en el año 1871. Terminó su carrera en 1876, siendo solamente siete los alumnos que terminaron la carrera ese curso.

Durante unos meses trabajó en una empresa de ferrocarriles, pero gracias a una herencia recibida pudo dejar este trabajo e iniciar un periodo de formación en el extranjero, recorriendo diversos países europeos, entre ellos Francia, Suiza e Italia. Posteriormente vuelve a Santander y al valle de Iguña, donde contrae matrimonio con Luz Polanco Navarro el 16 de abril de 1885. El matrimonio tuvo ocho hijos. En 1889 se trasladó a vivir a Madrid y participó desde ese momento en la vida social, literaria y científica de esta ciudad.

La calle madrileña en la que vivió

Leonardo Torres Quevedo vivió en Madrid en la calle Válgame Dios, en el número 3, hasta su muerte. El Ayuntamiento colocó en el año 1965 una placa en el edificio en la que informa a los madrileños de que en ese lugar vivió el científico que tanta gloria dio a España.

Esta calle se encuentra entre las calles de Augusto Figueroa y Gravina y recibe este nombre desde 1835. Los estudiosos de las calles de Madrid, desde Antonio Capmani, se hacen eco de una leyenda relacionada con esta calle. Según la leyenda, dos hombres se acercaron a un convento de franciscanos cercano y le pidieron a un fraile que les acompañara para confesar y absolver a un moribundo. El fraile no se fiaba de los hombres y pidió a un muchacho de complexión fuerte que le acompañase. Al llegar a un barranco despoblado los hombres le dijeron al fraile que debía confesar a una mujer que allí se encontraba y a su hijo. El grito de «¡Válgame Dios!» de la mujer puso en guardia al fraile, que descubrió que la intención de uno de los hombres era asesinar a la mujer que había sido su amante. El muchacho que le había acompañado logró tras luchar salvar a la mujer de la muerte. El barranco desde ese momento tomó el nombre de Válgame Dios, nombre que después paso a la calle.

A pesar de que es una calle muy corta no fue Torres Quevedo el único personaje ilustre que paseó por ella. En la casa de enfrente hay también una placa que nos informa de que en ella murió el 13 de septiembre de 1873 el insigne pintor Eduardo Rosales.

Torres Quevedo diseñó un método y una guía para orientarse por Madrid

La figura de Torres Quevedo ha sido muy estudiada, pero su interés por facilitar la orientación en la ciudad quizás sea una de sus facetas más desconocidas. En el registro de patentes de invención de Torres Quevedo, la patente número 27042 registrada el 6 de febrero de 1901 lleva por título: Un nuevo procedimiento de señales para orientarse en las poblaciones, que denomino indicadores coordenados.

Torres Quevedo observaba que la ciudad se estaba haciendo muy grande y que los visitantes de fuera, sobre todo, podían tener dificultades para ir de un punto a otro en la ciudad. Entonces sugiere crear un sistema de indicadores de coordenadas para la ciudad eligiendo un punto origen y unos ejes, un eje horizontal y otro vertical. El eje horizontal señalaba el oeste-este y el vertical el norte-sur. Una vez elegidos los ejes y la unidad de medida se trazaban líneas horizontales y verticales y el plano de la ciudad quedaba dividido en cuadrados. A cada lugar de la ciudad que se quisiera señalizar se le asignarían dos números que indicarían la distancia del punto a los ejes de referencia.

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