Viajamos en esta ocasión a mediados del siglo XIX cuando la pandemia del cólera morbo asoló Madrid. Hubo muchas víctimas mortales y entre ellas, se creyó que había fallecido el propietario de un carrusel de caballitos: Esteban Fernández. Su inesperada ‘vuelta a la vida’, bautizó para siempre a este tipo de atracción infantil como TIOVIVO.
Isabel II sería proclamada reina de España el 23 de octubre de 1833 y por su minoría de edad fue designada regente M.ª Cristina de Borbón de 1833 a 1840 y Baldomero Espartero ocupó la regencia de 1840 a 1843, año en el que fue Isabel declarada mayor de edad. En este sentido el ceremonial de su proclamación en 1833 es descrito por el cronista José Montero Alonso[1], en el que especifica cómo se construyeron cuatro tablados para oficializar su proclamación ante el Palacio Real, la Plaza Mayor, la de las Descalzas y la de la Villa.
La decisión de Fernando VII, en virtud de la Pragmática Sanción, FOTO 2 promulgada el 29 de marzo de 1830, de que su heredera fuera Isabel y no su hermano Carlos María Isidro, provocó la indignación de este, ya que la Pragmática dejó sin efecto el Auto de Felipe V de 10 de mayo de 1713, denominado también Nuevo Reglamento de Sucesión, que puso en vigor la Ley Sálica, según la cual no podían ocupar el trono personas del sexo femenino. Esta situación, que apartaba a Carlos María Isidro de la sucesión a la Corona y frustró sus esperanzas de ser rey, fue la causa de que se desencadenaran la primera guerra carlista entre liberales y carlistas.
La llegada del cólera
Este clima de inestabilidad política coincide con la llegada a Madrid de los primeros síntomas de la enfermedad que los periódicos de la capital intentaron atenuar para no alarmar a la población, en cuanto a que no revestía la importancia que realmente tendría.
Lorenzo Cortina Toral indica cómo la llegada del cólera se achacó al envenenamiento de las fuentes públicas por parte de los frailes, FOTO 3 una falsa acusación que una muchedumbre enardecida mantuvo sin justificación alguna. Primeramente, en la noche del 17 de julio fue asaltado en convento de Atocha, y gracias a las tropas lideradas por Juan Muguiro y el marqués de Espinardo los frailes pudieron salvarse de una posible matanza. Esta situación era consecuencia de la propagación de la epidemia de cólera que proveniente de Asia había llegado primero a Rusia, Inglaterra y Francia y posteriormente a España. Parte de la multitud acusó a los frailes de ese absurdo envenenamiento por su posible alianza con los carlistas para aprovechando este acontecimiento intentarían evitar la reunión de Cortes convocadas para el día 24. Por ello, fueron los jesuitas las primeras víctimas de los amotinados, que también asaltan Santo Tomás, San Francisco y la Merced, provocando una matanza de estos frailes inocentes. Afortunadamente, el general Martínez de San Martín frenó el cruel ataque y pudo salvar a los frailes de los conventos de San Gil, los Basilios y San Cayetano.
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