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La gran cerveza alemana

Así empezaba el eslogan de una fabulosa campaña publicitaria, cuando la entonces más moderna cervecera se instaló en Madrid. Eran los inicios de la década de los sesenta. Tiempos del resurgir económico e industrial en España, en los cuales dos grupos financieros —SA de Financiación, junto con Financiera Rumasa SA—, una multinacional alemana —Henninger International Brauereiberatung und Management Aktiengesellschaft— y Bruno H. Schubert acuerdan formar dicha sociedad mercantil. El capital social inicial, según escrituras, se cifraba en cuarenta millones de pesetas. De esta forma, Henninger Española SA fue fundada ante notario un 11 de junio de 1963. Su primer presidente fue Gonzalo Fernández de la Mora, y como primer director general, Ernesto Garau y Llarí, doctor ingeniero industrial.

Llenos de ilusión, y con visión de futuro prometedor, Henninger destacó en un país que poco a poco debería abrirse camino hacia Europa, buscando una mejor estabilidad social y, por tanto, un mayor progreso. Mientras la nueva empresa cervecera empezó a fraguarse en uno de los barrios más señoriales de Madrid, plaza del Marqués de Salamanca, n.º 10, un excelente equipo técnico ponía manos a la obra civil e instalación durante el otoño de 1964 en sus terrenos recién adquiridos. Concretamente cerca del aeropuerto de Barajas, en el eje de desarrollo que llegó a ser el polígono industrial de Las Mercedes, junto a la carretera de Barcelona. Mientras, una eficiente dirección comercial y financiera diseñaban las directrices del lanzamiento.

Toda la industria cervecera española se expande a un mismo tiempo entre los años 1959 a 1965, y siguiendo posteriormente basados en dos cambios principalmente que afectaron al desarrollo de la industria en general: a) la liberalización del comercio exterior y de la política monetaria y de divisas que facilitó la afluencia de turismo; b) una acción intensa del Gobierno en el sentido de impulsar el nivel de salarios, que trajo consigo un aumento de la demanda interior y que explica el aumento de la producción entre 1960 y 1965.

Como veremos, toda la industria cervecera se desarrolló enormemente, asociándose y a la vez ampliando y haciendo las instalaciones más modernas de la industria europea y americana, y por tanto compitiendo en España por hacerse con el mercado entre las marcas nacionales.

El reto

El reto era importante, pues únicamente se pretendía atender el mercado en la capital del Estado. Su competencia estaba en varias empresas cerveceras de entonces, afincadas alguna de ellas en Madrid desde finales del siglo xix, como por ejemplo SA El Águila, El Laurel de Baco SA, Mahou SA y Cervezas de Santander SA.

Henninger contaba con varias ventajas de atractivo y novedoso diseño: un modelo de envase en vidrio alargado, un tercio de litro, color topacio, con etiqueta de cuerpo y collarín; el transporte de sus botellas en cajas de plástico, cuando la mayoría de otras marcas cerveceras seguía utilizando cajas de maderas y botellas pirograbadas.

Técnicos, arquitectos, obreros, administrativos y directivos, lograron que los trabajos tardaran menos de un año en su culminación. Las instalaciones en general, y la puesta en marcha de una sofisticada maquinaria en particular, alcanzaron noticias de relevancia en los medios de comunicación de esa época. En tanto que las obras avanzaban imparables, los técnicos alemanes culminaban la instalación de unas calderas de cocimiento al mejor estilo cervecero: el cobre reluciente y mejor propagador de calor, daba forma a las tinas de empaste de cereales —malta, grits de maíz o medianos de arroz—, así como una caldera para mezcla de lúpulo y ebullición del mosto. Todo el proceso del ensilado, molinería, cocción, fermentación, guarda y filtración de «la gran cerveza alemana» era supervisado por técnicos cerveceros alemanes. Contaban dichos especialistas con los beneficios de un agua de calidad, como es la suministrada en Madrid; se añadieron además las condiciones de unas materias primas de importación: malta francesa, lúpulo checoslovaco y levadura alemana.

Igualmente se constituyó una flota de camiones botelleros y modernos furgones para el reparto, mientras se preparaba el equipo humano de ventas. Coincidiendo con la Feria Internacional del Campo, en mayo de 1965, empezó la distribución de Henninger por las calles de Madrid, anunciando que era cerveza alemana tipo Pilsen, y se vendía a precio español. En contra de los pronósticos de la competencia, este lanzamiento sobrepasó todas las previsiones de ventas y producción.

Se disponía de un único tren de envasado, donde las botellas se desencajonaban y encajonaban a mano, igual que las funciones de paletizado y despaletizado. A la salida de su primera lavadora Holstein & Kappert, se comprobaba visualmente —por turnos de operarios— si las botellas salían limpias o no. Desde entonces, hasta septiembre de 2000, no se dejaron de hacer envíos pertinentes a la central multinacional ubicada en Fráncfort del Meno. Estas muestras analizadas en los laboratorios alemanes, mes a mes, año tras año, dieron los mejores resultados para: agua de la red de abastecimiento, agua pasteurizada, cerveza sin pasteurizar y cerveza pasteurizada, encontrándose la producción española dentro de los parámetros establecidos por los propietarios de la marca HB —Henninger Bräu dio origen a otra empresa multinacional—. E incluso, algo que siempre se defendió en la pequeña fábrica de Madrid: hacer una cerveza de calidad como Henninger, superior a cervezas de importación.

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