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El amor de Benito Pérez Galdós por Madrid es una constante en su producción literaria. Este artículo trata de la imagen de esta ciudad que aparece en dos célebres novelas de Benito Pérez Galdós: Miau y Misericordia. Se estudian las plazas y las calles, haciendo especial referencia a los paseos y a las mudanzas de los protagonistas. También se da noticia de los edificios que revisten especial interés: Ministerio de Hacienda, Congreso de los Diputados e iglesias. Por último, se analiza la ópera como espectáculo popular entre las clases acomodadas de la ciudad.

  1. El madrileñismo de Galdós: el Madrid galdosiano

La vinculación afectiva y literaria del autor canario Benito Pérez Galdós (1843-1920) con Madrid está fuera de toda duda. En consecuencia, aunque parezca ocioso justificar cualquier estudio de la obra galdosiana desde la perspectiva madrileña, acaso convenga recordar que existe un término con gran arraigo popular para designar el periodo de la segunda mitad del siglo XIX y, señaladamente, las últimas décadas de ese siglo, en aquella ciudad: el Madrid galdosiano.

Don Benito jamás escamoteo elogios a la Villa y Corte. Entre los muchos que se pueden seleccionar he escogido estas alabanzas de un Galdós maduro, casi anciano. Así, en su discurso del Ateneo de Madrid de 1915, leído por Serafín Álvarez Quintero, afirma sin ambages: «¡Oh, Madrid! ¡Oh, Corte! ¡Oh, confusión y regocijo de las Españas!». En las Memorias de un desmemoriado (1915) confiesa su fascinación por la urbe desde el primer momento en que puso un pie sobre ella. Podríamos definir ese hecho como un auténtico flechazo:

El 63 o el 64 —y aquí flaquea un poco mi memoria— mis padres me mandaron a Madrid a estudiar Derecho, y vine a esta Corte y entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía, como he referido en otro lugar. Escapándome de las Cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en flanear por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un café de la Puerta del Sol, donde se reunían buen golpe de mis paisanos.

  1. Plazas y calles

2.1. Plazas y calles en Miau

La novela Miau (1888) relata las peripecias del cesante Ramón Villaamil y su familia. En esta novela podemos apreciar cómo se establece una oposición general entre los interiores agobiantes, algo claustrofóbicos —hogar familiar, Ministerio de Hacienda o Congreso de los Diputados— y el exterior, el vagabundeo callejero, especialmente de Luisito Cadalso y de Ramón Villaamil, que simboliza la libertad, los momentos de esparcimiento de esos personajes. Ello no excluye que tanto el cesante como su nieto proyecten en el paisaje sus estados de ánimo fluctuantes.
La acción se inicia a la salida del colegio del nieto de don Ramón, Luisito Cadalso. Pues bien, ese colegio está situado en la plazuela del Limón. La obra fue ambientada en 1878, por lo que, obviamente, algunas calles, plazas y edificios han desaparecido en la actualidad. Sin embargo, el grueso de las referencias urbanísticas, como veremos, se mantiene incólume.

El hogar familiar se encuentra en la intersección de la calle Comendadoras de Santiago y Quiñones. Un pequeño cartel de memorialista anunciaba sus servicios. Un memorialista, profesión extinguida, era la persona que se dedicaba a escribir memoriales y otros documentos, por lo general para personas que no están alfabetizadas.

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