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Enclavado entre la Ciudad Universitaria, los paseos de Moret, Pintor Rosales y del Rey y las calles de Ferraz e Irún se encuentra el parque del Oeste, lugar de esparcimiento con gran variedad de árboles y especies vegetales. Entre sus sinuosos caminos de tierra podemos contemplar un gran número de esculturas, predominando las que representan a políticos, militares, escritores, médicos, pintores…, tanto españoles como hispanoamericanos.

Comenzamos nuestro itinerario en el paseo de Ruperto Chapí, calle asfaltada que cruza parte del parque y comienza en el paseo de Moret, frente al intercambiador de Moncloa. Calle esta dedicada al político Segismundo Moret, que, además de ser embajador del rey en Londres, fue ministro sucesivamente con Amadeo I, Alfonso XII, durante la regencia de María Cristina y con Alfonso XIII, en cuyo reinado llegó a ser presidente del Consejo de Ministros y presidente del Congreso de los Diputados.


Bajo el reinado de Alfonso XII, en 1893, el ingeniero agrónomo Celedonio Rodríguez y Vallejo diseñó este parque en su primera fase, que fue inaugurado en 1905, en los terrenos del Real Sitio de la Florida, pertenecientes a la Corona. El parque ocupaba la zona comprendida entre la actual avenida de Séneca y el paseo de Moret. En 1910 se amplió con la zona paralela al paseo del Pintor Rosales y, en una tercera fase posterior, se añadieron los terrenos que formaban parte del antiguo Cuartel de la Montaña.
El parque del Oeste se ha convertido con el tiempo en un auténtico museo de escultura al aire libre, ya que desde sus inicios se erigieron gran cantidad de monumentos, en su mayoría dedicados a libertadores y escritores hispanoamericanos, especialmente. Durante la Guerra Civil quedó muy deteriorada la zona y se destruyeron algunos monumentos, como el dedicado a los Mártires de las Guerras Coloniales. En la posguerra Cecilio Rodríguez reconstruyó el parque, que hoy posee gran variedad de árboles y especies vegetales, con numerosos monumentos entre caminos sinuosos por la topografía del terreno, que hacen de este lugar un espacio ameno para el disfrute de los madrileños.


Al entrar en el parque, torcemos a la izquierda para ver el primer monumento.

Monumento al general Cassola

Fue realizado por Manuel Benlliure en 1892 para honrar al teniente general albaceteño Manuel Cassola (1838-1890), que se distinguió, siendo ministro de la Guerra, con la presentación de un proyecto de la Ley Constitutiva del Ejército, en la que proponía el servicio militar obligatorio.

El monumento, realizado por suscripción en el Ejército, se levanta sobre unas gradas de mármol, en las que se apoya un pedestal de granito formado por dos cuerpos y, sobre él, una peana de bronce. Encima, la figura en pie del militar, en bronce, que sostiene con su mano izquierda la espada, desaparecida, y unos papeles, mientras el brazo derecho lo tiene extendido. Llaman la atención las botas altas, en las que se dibujan las arrugas con gran realismo.


Descendemos, por un camino de tierra, a la derecha, rodeados de pinos, hacia el paseo de Ruperto Chapí. Calle dedicada a un gran compositor de zarzuelas, como La Revoltosa y El tambor de granaderos. Lo cruzamos.

Monumento a José Gervasio Artigas

Se trata de una copia que había realizado Juan Luis Blanes para Montevideo. Se instaló aquí en 1975.
El monumento consta de un sencillo pedestal de granito, en forma de prisma, sobre el que se alza la estatua en bronce del militar, que aparece de pie, en traje de campaña, sosteniendo con la mano derecha su sombrero. En la parte frontal vemos una placa de bronce con la dedicatoria.

El general Gervasio Artigas Arnal (1764-1850) fue el prócer de la independencia de Uruguay.
Seguimos descendiendo por el mismo camino que hemos tomado, todo recto, y, tras subir una pequeña cuesta, viendo a nuestra izquierda un pequeño lago y, a nuestra derecha, el Faro de la Moncloa, llegamos al siguiente monumento.

Monumento a José de San Martín

Sobre una plataforma elevada, a la que se accede por una escalinata de granito, se levanta este monumento a José de San Martín, que se trata de una réplica de la estatua que el francés Louis-Joseph Daumas realizó para la ciudad de Buenos Aires en 1890. Se colocó aquí en 1960, donada por Argentina, sobre un pedestal de granito, realizado por Herrero Palacios, adornado de dentículos. Sobre el pedestal, con una gruesa moldura y coronado por una cornisa, se alza la estatua de bronce, apoyada sobre una peana. Representa al general montado a caballo, el cual tiene las patas delanteras elevadas, con el brazo derecho extendido, como indicando el camino a seguir por los soldados. En dos caras del pedestal hay sendos relieves en bronce en los que se representa La carga de la caballería en la batalla de Bailén, obra de Agustín de la Herrán, y El paso de los Andes, realizado por Luis Perloti. En las otras dos caras hay placas con dedicatorias.


José Francisco de San Martín y Matorras (1778-1850), nacido en el antiguo Virreinato del Río de la Plata, pasó una gran parte de su vida en España, donde se educó e ingresó en el Ejército, interviniendo en varias contiendas y destacando en la batalla de Bailén, durante la Guerra de la Independencia. Tras su estancia en Inglaterra se fue a América en 1812, donde dedicó todos sus esfuerzos a lograr la independencia de Argentina y, seguidamente, las de Chile y Perú.

Tomamos, a la izquierda de este monumento un camino ancho que describe una amplia curva en pendiente hacia la derecha, escoltados por plátanos; luego torcemos por el primer camino a la izquierda y enseguida vemos el monumento al doctor Rubio.

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