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Benito Pérez Galdós (1843-1920), el genial escritor, canario de origen y madrileño de adopción por voluntad propia —«Nací a los veinte años, en Madrid…»—, vivió en la capital de España durante más de sesenta años, desde su llegada a Madrid a finales de 1862 hasta su fallecimiento el 4 de enero de 1920, de forma casi ininterrumpida, salvo sus habituales veraneos en Santander y viajes esporádicos al extranjero y a diversas ciudades españolas, preferentemente a Toledo. En Madrid habitó diversos inmuebles cuyo emplazamiento es relativamente conocido, aunque prácticamente casi ninguno de ellos se mantenga hoy en pie.

Pretendemos hacer un recorrido por lo que queda de estos lugares aprovechando nuestro habitual flanear por las calles madrileñas e invitamos a los lectores a que nos acompañen… al menos con la imaginación.

Primera vivienda: calle de las Fuentes (1862-1863)

El joven Galdós, con diecinueve años cumplidos, llegó a la madrileña estación de Atocha a finales de septiembre de 1862, después de un largo periplo por vía marítima y terrestre que le condujo desde Las Palmas a Madrid, pasando por Cádiz y Sevilla, con la intención de cursar la carrera de Derecho en la Universidad Central.

Recién desembarcado en Madrid, el estudiante Galdós, tras un breve alojamiento en la calle del Olivar, vivió los primeros meses de lo que sería el comienzo de su largo idilio madrileño en una casa de huéspedes sita en la calle de las Fuentes, número 3, segundo piso, donde desde 1860 estaba alojado su amigo, Fernando León y Castillo, quien, algo mayor que Galdós, ya tenía iniciados con aprovechamiento sus estudios de Derecho, así como otro estudiante canario, Miguel Massieu, autor de uno de los primeros retratos conocidos de Galdós.

La calle de las Fuentes estaba enclavada en un barrio que debía resultar fascinante para el recién llegado como «un mundo a explorar»: en el centro de Madrid, a dos pasos de la calle Mayor, a cuatro de la Puerta del Sol y por el otro lado, el Palacio Real y la Ópera, muy frecuentada por un juvenil Galdós, melómano y pianista aficionado.

Escapándome de las Cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en flanear por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un Café de la Puerta del Sol, donde se reunía buen golpe de mis paisanos.

El edificio donde estaba la casa de pupilos destacaba por entonces del modesto caserío, pues era el único moderno existente en la calle desde la vieja plaza de Herradores, bajando por la acera izquierda hasta la calle del Arenal. Desde sus balcones podía verse, de refilón, la plaza de Herradores, donde ya había sido derribado el convento jesuita de San Felipe Neri y donde un ingeniero, de apellido Marcoartú, había abierto un pasaje comercial acristalado, al estilo de París[.

El edificio de la calle de las Fuentes, que, restaurado interiormente, todavía se conserva —actual número 3—, ostenta su elegancia isabelina en sus tres plantas con tres amplios balcones por planta, cada uno de estos adornado con un dintel que muestra una guirnalda. Actualmente, según hemos podido observar, los bajos del inmueble están ocupados por un restaurante de comida mexicana.

El segundo piso de este inmueble lo tenía alquilado, según el padrón municipal de 1862, don José García, empleado en la Deuda Pública, quien lo habitaba con su mujer y una criada de servicio. Como solía ser costumbre en muchas familias de funcionarios y empleados, la vivienda servía de pensión para estudiantes, en este caso acomodados, y sería, en expresión de su biógrafo, una «pensión encubierta» para dos o tres estudiantes.

Galdós vivió en esta pensión circunspecta de la familia García hasta finalizar el curso preparatorio de Derecho, tras el cual regresó brevemente a Las Palmas. A su vuelta a Madrid ya no se alojaría allí, quizás porque encontró un mejor acomodo, porque no quería enemistarse con León y Castillo o porque la familia García mudó de domicilio. En 1990 el Ayuntamiento de Madrid colocó un rombo metálico de color amarillo con esta leyenda: «En una pensión de esta casa vivió el joven escritor Benito Pérez Galdós entre 1862 y 1863 durante sus primeros meses en Madrid».

Disfruta del texto completo en el Número 88 de Madrid Histórico.