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foto-3-fachadaComedia, nos encontrábamos a don Pedro Muñoz Seca ofreciendo una interesantísima entrevista, al tiempo que observaba los últimos ensayos de la obra. Durante la interviú el escritor andaluz se mostraba melancólico, prudente, orgulloso y, sobre todo, muy espontáneo. ¿Cuáles fueron sus revelaciones más interesantes?

Pedro Muñoz Seca siendo entrevistado por el crítico teatral del diario El Fígaro, manifestaba sin rodeos acumular «mucho miedo» y estar «hecho harina», cada vez «tengo más pánico a los estrenos, porque la responsabilidad es mayor», afirmaba pesaroso mientras se agitaba nerviosamente en su butaca. «Mire usted», espetaba a su interlocutor, «desde el último estreno hasta ahora me han sacado 3 nervios de muelas. Acepto reconocer que tengo miedo a la crítica, aunque no la leo en el momento. Mi método es el siguiente. Acostumbro a leerla a las dos semanas, cuando ya se ha decidido la suerte de la obra. Así, si el crítico la trató mal y la obra no produce dinero, le doy la razón, y si por el contrario está dando dinero me limito a creer que se ha equivocado sin guardarle rencor».

Quizá, el temor que sentía ante la crítica le hacía comportarse «con un espíritu más abierto a la generosidad». Sus incondicionales destacaban de él que «constantemente valoraba lo bueno de los demás como superior, y para lo malo siempre tenía una benevolencia». En los estrenos de los compañeros, siempre sus aplausos eran los primeros, siempre el primer juicio favorable partía de sus labios: «¡Cuántas veces se ha acercado a nosotros diciéndonos! Eso está muy bien, muy bien. Supongo que lo tratarán ustedes bien, ¿no?… Y en efecto, aquello no estaba bien…»

Confesaba haber tardado 15 meses en realizar la obra, «aunque como se trataba en verso» no se ponía a trabajar en ella profundamente, «sólo cuando me soplaban las musas». Así mismo, declaraba rotundamente que no era esta su obra definitiva: «todavía no he hecho mis tres producciones indiscutibles», sin embargo «reconozco que La venganza de don Mendo, ha sido la producción que durante su lectura mayor éxito he recibido». Remataba esta cuestión diciendo que, entre su catálogo, su favorita era El roble de la Jarosa, «indudablemente es la que he hecho con más amor».

Por último, el dramaturgo quiso recalcar dos aspectos. En primer lugar, el esfuerzo mayúsculo desplegado en las últimas semanas por los actores «que al tercer ensayo ya se sabían los papeles de memoria, cosa insólita en este coliseo», y por supuesto mostrar públicamente «mi entera gratitud con el empresario Tirso Escudero, que no ha escatimado ni un céntimo. La puesta en escena es sobresaliente con todo lujo y propiedad… ¡Más de 6000 duros se ha gastado en necesidades escénicas!».

Podrás leer el artículo completo en el Número 66 de la Revista Madrid Histórico