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En las décadas centrales del siglo xx, los historiadores propusieron que la fundación de Maŷrit se debía al hecho de proteger la frontera norteña contra los ataques de un atrevido Ordoño I (850-866), rey de Asturias, quien además había tenido la osadía y el atrevimiento del advenedizo, como debían calificar los monarcas cordobeses a los asturianos, de apoyar la sublevación interna (una más) en el 854 en la zona de Calatrava (en la actual provincia castellano-manchega de Ciudad Real). Este acontecimiento provocó la lógica reacción emiral y el consiguiente avance de una expedición cordobesa, que venció a los coaligados en el río Guadalecete. Fue después de este sonado triunfo, en el que los cordobeses se llevaron muchas cabezas enemigas de recuerdo, cuando el emir Muhammad I decidió reforzar las defensas del norte de su reino a fin de obstaculizar nuevos avances asturleoneses, ya fuese en ayuda de los mozárabes y muladíes toledanos, ya fuese en busca de botín y cautivos para sí mismo. En los años 80 del siglo xx, los historiadores añadieron a esta plausible interpretación de la fundación de Maŷrit una vuelta de tuerca más.

Harto de las sempiternas rebeliones toledanas, el emir cordobés fundaría presumiblemente, y casi de una tacada, no solo Maŷrit, sino otras plazas fuertes, para controlar y vigilar el territorio de los levantiscos hijos de la antigua urbs regia toledana. Ampliaré esta noticia más tarde. Pero ya adelanto que Muhammad ordenó, según estos autores, construir fortalezas al norte y al sur de Toledo (por ejemplo, la meridional Calatrava), tratando de controlar su eterna insumisión. Es posible que la actitud proclive a la sublevación, en cuanto se presentaba la más mínima oportunidad, procediese de una fuerte añoranza de una supuesta época dorada en la que la ciudad del Tajo fue urbs regia. Recordemos que fue capital del antaño denostado reino visigodo, al que al final se terminó recordando con cierto cariño.

De todas formas, ambas hipótesis surgen del mismo acontecimiento: Maŷrit se fundó porque así lo decidió Muhammad I. Maŷrit se convierte así, por obra y gracia del poder omnímodo del gobernante musulmán, en un enclave que mantiene alejadas las ofensivas cristianas del norte y controla, en la medida de lo posible, las sublevaciones meridionales. Además trata de impedir acercamientos y conexiones entre unos y otros, dadas sus excelentes relaciones de amistad y alianza. Pero todavía existe una tercera hipótesis, que procede de los estudios de J. L. Bermejo y K. Muñoz. Para estos autores, Maŷrit es una fundación bereber. Como los habitantes bereberes de la región madrileña no terminaban de ver clara la posición defensiva de los omeyas en la región que ellos mismos controlaban, la familia más preponderante de este grupo tribal mesetario, los Banu Salim, decidieron coger el toro por los cuernos y fortificar por sí mismos sus territorios, en contra de los rebeldes toledanos. Pero no solamente contra estos, sino contra otros grupos tribales, en cierta medida rivales, como los Banu Qasi del norte o los Banu Di l-Num orientales. Siguiendo este planteamiento, la familia o clan de los Banu Salim fundó Medinaceli sobre una vieja posición romana (en cuyo topónimo actual aparece fosilizado el nombre de la familia bereber, pues -celi procedería de Salim), Guadalajara, Talamanca, Peñafora y Madrid. Sin descartar que los Banu Salim fuesen fieles al gobierno central, es posible que ante momentos de indecisión emiral, actuasen por su cuenta y riesgo en asuntos tan importantes para su propia supervivencia como la defensa de los territorios que ocupaban.

Pero es que aún hay más. Cristina Segura lanza una cuarta hipótesis sobre el motivo de la fundación de Maŷrit relacionada con el califa Abd al-Rahman III, que gobernó posteriormente a nuestro protagonista Muhammad I. Apoyándose también en textos de Ibn Hayyan, en concreto la obra al-Muqtabis III, la investigadora opina que Maŷrit, o al menos, su alcázar, el castillo, en resumidas cuentas, fue fundado por un rebelde toledano de procedencia mozárabe, Mundhir ibn Huray ibn Habil, a fin de establecer un núcleo fortificado contrario al poder establecido. Así, en plan quintacolumnista. El astuto Abd al-Rahman, que seguramente no estaría en sus mejores momentos y que había conocido y habría de conocer mejores días durante su reinado, decidió pactar la entrega de la fortaleza con un hermano del fundador, y en premio a este acto de sumisión, convirtió o elevó Maŷrit al rango de madinat. Por ello hay autores que opinan que Maŷrit no fue fundada en tiempos de Muhammad I, sino en los de Abd al-Rahman III.

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